CÓRDOBA, (De nuestro enviado especial).- Que una semifinal de preintermedia entre Tala y La Tablada le robe público a una promesa infalible de partidazo como Córdoba-Tucumán en el marco de un Campeonato Argentino, deja en claro que la pasión que despiertan los “dogos” entre su gente no se asemeja a la que la “naranja” genera en los tucumanos. Más allá de la indecisión del clima, que alternó entre nublado, lluvioso y soleado cada 15’, la tarde se prestó para disfrutar de una pulseada física como proponían ambos equipos. Sin embargo, sobró espacio en las tribunas de La Tablada, de capacidad mucho menor al templo del Parque 9 de Julio.
Tampoco hubo bombos ni platillos en los anuncios de la prensa, pese a que el plantel cordobés aparece como un serio candidato a disputarle el título a Tucumán, sobre todo después de la épica remontada contra Rosario en el debut. “Solamente se llena en las finales”, reconoce Juan, un hincha local que desde 2009 no se pierde un partido de los “dogos” de local aunque caigan piedras del tamaño de una naranja. Cuenta que en la final de ese año, en la que Córdoba le ganó a Tucumán 15 a 12 con un drop de Horacio San Martín cuando el partido se moría, fue la primera vez que vio a los verdaderos dogos, a los que le dan identidad al equipo. Y quizás tengan algo que ver con la suerte: el año pasado, las mascotas estuvieron ausentes y Córdoba pasó sin pena ni gloria por el torneo. Esta vez, un criadero puso a disposición cuatro mastodónticos ejemplares de dogo argentino (los únicos de industria nacional, junto al famoso “perro pila”), que acompañaron la salida del equipo local. Aunque al final de todo, los verdaderos perros de presa fueron los forwards “naranjas”.